miércoles, 19 de octubre de 2016

Reflexiones sobre la lectura y escritura a partir de película 'En La Casa', fusión entre realidad y ficción

"Dans la maison" es una película francesa del año 2012, basada en la obra de teatro El chico de la última fila, del dramaturgo español Juan Mayorga.

La película trata sobre un estudiante llamado Claude, quien a partir de una tarea que manda el profesor de literatura sobre escribir sus vivencias diarias, comienza a redactar cada vez más historias sobre él y sus amistades, en específico, su amigo Rapha.


“La vida sin historias no vale nada”



En un comienzo, la escritura de Claude sorprende a su profesor, ya que relata su visita a la casa de Rapha, donde lo ayuda en sus estudios de matemáticas; en la casa de su amigo se relaciona con toda la familia, incluyendo la madre, de quien Claude destaca su "olor de mujer de clase media".

El profesor encuentra que su alumno tiene un potencial, y es por ello que lo alienta a seguir escribiendo.

A partir de allí, comienza un perverso camino de muchos relatos sobre la familia, donde Claude cada vez se acerca más, llegando a estar compartiendo en el núcleo familiar. Aún así, llega al punto donde no sabemos si lo que se cuenta es realidad o es producto de la imaginación de Claude.

Y es ese el mensaje más potente del libro, hay momentos donde el espectador no puede discernir sobre la verosimilitud de los escritos de Claude, que llega a relatar momentos críticos y que mantienen la tensión durante toda la película.















“- La primera pregunta de un escritor debe ser:
“Para quién escribo?”
¿Para quién escribes, tú?
Es muy fácil mostrar lo peor de alguien, para que los mediocres que se creen superiores, se burlen de él y lo encuentren ridículo. Lo que es escaso, es acercarse a los personajes, sin “a priori”... sin condenarlos. Piensa en Flaubert, es el perfecto ejemplo… no condena a sus personajes.”



Opiniones
A mí, lo que más me gustó sobre la película fue la continua relación del relato con la literatura. Es como si hubieran tratado de explicar lo que pasa cuando uno se enfrenta a un libro, porque pasa exactamente igual (en el mejor de los casos).

Por ejemplo, el profesor, al leer lo que escribió el alumno, de cierta forma sintió que quería saber más sobre la historia, o quizás, le gustó como relataba Claude y quería seguir leyéndolo. Y, por el otro lado, lo que hizo Claude fue lo que le pasa a uno cuando entra en una historia, comienza a imaginar cosas, a tener deseos y a tratar de hacerlos realidad mediante la narración. 

Es una película interesantísima, que demuestra la frágil línea que existe entre la ficción y la realidad, porque, al introducirse en una novela, una obra de teatro, o incluso una película, uno va con la idea de que es ficción, pero cuando hay ficción dentro de la misma, los roles entre lo real y lo imaginado se cambian continuamente, lo que mantiene la atención a cada detalle que ocurre, para al final, reflexionar sobre qué fue lo que realmente ocurrió.
Joaquín


Quiero referirme a esta película como peculiar. Por qué digo peculiar, es por el simple hecho de cómo se juega con la realidad y la ficción. Para contextualizar debo agregar de qué se trata en forma breve y, desde mi perspectiva, lo cauntivante de lo relatado se debió a cómo el alumno se refería a la familia del amigo, ya que según el maestro era un tanto despectivo e irónico. 

El joven relator nos conduce a su narrativa explicando que él sólo escribe lo que ve, sin embargo, en mi opinión, el sólo escribir de lo que se observa, no te da la objetividad suficiente, ya que entra en juego el cómo cada quien infiere o recibe lo visualizado. Claramente esta película deja en evidencia que cada quien puede armar un sin fin de historias, observando una misma situación. Pero no es sólo eso lo que llama profundamente la atención, sino que también podemos apreciar la evolución del joven según los consejos que le entrega su maestro para lograr ser un escritor consagrado. 

Lo que nos deja claro es que siempre debemos saber a quién le estamos escribiendo y qué es lo que queremos reflejar, pero a pesar de lo anterior, yo me pregunto ¿un buen escritor es reconocido por escribir lo que le apasiona o es bueno por escribir lo que los demás quieren leer?
Esto último es un tema bien amplio, ya que se puede entrar en la hipocresía. Digo esto, porque soy de los fieles creyentes de que uno jamás debe hacer algo que no sienta, y si queremos escribir (o sea cual sea la forma de expresión), tenemos que dejar que lo que cautive al resto sea el reflejo de tu alma. Puede que sólo te lea una persona pero de las miles que leen a los escritores consagrados, ¿cuántos realmente se acercan a lo que el narrador quiere reflejar? Creo que desde ahí todos tenemos la oportunidad de escribir o leer con la plenitud de la libertad. Lo que yo trato de reflejar con esta opinión es que no tengamos miedo a la expresión, cautivémonos con nuestros propios mundos unipersonales. Tú, yo, nosotros, siempre seremos el mejor libro en la vida que podremos leer.

Bruno





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